23 sept 2014

Buenas noches o días.

                                    “Una noche en el pueblo”
Me llamo Joaquín Cortés Bermejo y naci en una isla al sur de la península Ibérica; mis antepasados árabes, gitanos, arios o fenicios encumbran la cultura Andaluza en cada casa, en cada casapuerta.
Los griegos y los romanos a la par que los árabes nos dejaron no solo su cultura también los Aladinos y los genios, los últimos forman parte de la demonología Árabe.
Fue una noche otoñal cuando acomodado en mi sillón frente al ordenador, escuche un desmedido grito que procedía de dos animales, dos perros. A estos gritos animales se acompañaba el vocabulario peyorativo de su dueño o debería decir su maltratador nocturno.
Mi habitación tiene dos puertas y por una de ellas se accede a una azotea desde la que se observa todo el recorrido de la calle, llevo noches escuchando a las 03:00 pm ese algarabía de proyecciones maléficas, sombras y lamentos, la primera noche , al igual que cualquier adulto temeroso de confrontarse con lo que pensé que era un loco violento que de casualidad pasaba por mi calle pegando a sus animales, por más que intentaba saber que decía ese hombre a sus perros y aun intentándolo con todas las fuerzas; no conseguí mas que murmullos ardientes.
Tras un breve pero largo tiempo que duro aquel incidente, aproximadamente  unos 10 minutos, ya me había levantado de la cama, abierto la puerta y al llegar al balcón no observe nada, en el mismo instante que mi cabeza entro en contacto visual con la calle los gritos cesaron. Pero esto no termino aquí, a partir de esa noche esta situación se repite noche tras noche, mi curiosidad fue aumentando por la única razón de que nadie pareciese haber escuchado lo mismo que yo; me inquietaba pensar que se estaban burlando o aun peor que fuera signo de  debilidad mental, que fuera una pesadilla y no algo real.
Decidido a resolver el entuerto me senté en el escalón de la puerta de mi casa, justo en la acera –“¡Una cajetilla de tabaco y un refresco bastaran para pasar la noche ¡”-dije para mi mismo-“. Como unas cuatro horas estuve en la acera viendo l transito nocturno desde fuera de mi habitación lo cual empeoro mi sentido crítico y racional ,¿Qué hacía yo a estas horas fuera de mi cama, para encontrar a un maltratador de perros?, es mas detesto los perros, aunque toda mi vida haya tenido perros, su simpleza me enerva, mi opinión es que son animales de rutina en eso no se diferencian a nosotros, en cuanto a su lealtad y nobleza no solos son cuestionables si el perro es un cobarde.
En una plaza aledaña a esta calle se encuentra un gato negro al que todos citan  como Negri por su oscuro pelaje y nada más, pero en secreto lo llamo Jack, Jack Black, es como un titulo honorifico a su pelaje del color del blues americano de Nueva Orleans, sus intensos ojos verdes, como el elixir humoso del incienso colectivo de aquella generación, Black  sin embargo es por la ausencia de color y por que el negro significa poder, de todos los gatos este en concreto llego y se aposento en la casa de una adorable anciana la cual no solo le da de comer si no que lo cuida , le pone sus vacunas hasta tiene una caseta azul para él solo.
Negri no tiene límites pero si horarios, es por eso que puedes verlo o no, desde luego los perros tienen nuestras normas , pero los gatos tienen las suyas propias y también sus prioridades, solo las personas que le gustan someter  tienen un perro porque, convivir con un gato significa aceptar de antemano su libertad y superioridad; Negri es mi protector, pero como os contaba allí parado en la acera me encontraba yo , con una cajetilla de tabaco mis llaves, una pequeña linterna como llavero mi mobil y mi cartera.
Cuando sin darme cuenta me quede dormido en el mismo escalón de la puerta, y en pleno sueño profundo en un golpe seco y contundente al tiempo de aquel agónico barullo de dolor y tinieblas, desperté sobresaltado y medio incorpore mi cuerpo a la mitad por el sobresalto, nadie había en toda la calle todas las farolas se apagaron , incluso las luces de las ventanas de algunas casas que  por algún motivo siguen encendidas; pero allí no había nada más que una sola farola encendida justo delante de mi cara.
Escuchaba los gritos pero no veía nada, ¿Estaba soñando? Y qué sentido tiene un sueño tan siniestro y extraño, en ese momento como uno más salto hacia mi cabeza de forma felina mi gato negro Jack, después bajo del mismo modo que entro en escena, es como si cayese de la azotea, -Es difícil pero no imposible-pensé yo- por lo menos ahora éramos dos y no uno, aquel aquelarre siniestro de llantos de animales prosiguió , pero comenzó a escuchar a aquel hombre un poco mejor; entre líneas se repetían palabras y frases bastante aterradoras , este hombre refunfuñaba frases tales como “¡Busca¡,¡Busca¡ maldito bastardo” se escuchaba también como le decía a sus perros que serian castigados si no obedecían. Fue cuando me levante del escalón y para mi asombro Jack se puso delante con la mirada de una pantera me dijo solamente que me callara y que me protegiera; no era para menos.
Lo que sucedió fue algo que siempre intento olvidar, aunque sé que jamás olvidare o puede que sí.
La anciana que cuida a Jack era aquel hombre sus pupilas eran blancas como su pelo, estaba despeinada y pálida, pero eso no era lo peor, aquello que creí que eran perros eran cuerpos humanos subyugados y desnudos, con los parpados cosidos, maniatados, un collar con una cadena grande, servía de conexión con las decrepitas pero férreos brazos de la anciana. Su crueldad con esos seres no tenia límites, de hecho el collar de castigo que los sujetaba estaban del revés.
Provocándole heridas a estos seres que algún día fueron humanos, desnudos blanquecinos, con signos de torturas, los parpados estaban cosidos  a diferencia d sus bocas estas estaban con un bozal de hierro, como rejas que permitían a estos seres no morder pero si  producir sonidos, la anciana paseaba lentamente delante de Jack y de mi buscando algo, la mujer no articulo palabra hasta que en medio del camino volteo su cabeza girándola hacia mí de forma macabra para preguntarme esto “¿has visto a un lindo gatito?, he de reconocer que a pesar de la circunstancia no pude evitar la risa floja interna en referencia a los tan conocidos dibujos animados pero al observar el giro de Jack hacia la sombra me di cuenta que , su pelaje lo protegía de la luz y por tanto lo camuflaba de aquella señora que portaba en el escote un gancho de carnicería para animales como conejos o liebres.
-No he visto a ningún gato –dije casi tartamudo-, -Espero que no me mientas puedo oler a los Nekos como tú, y tal y como espeto esto se marcho lentamente. Pero cada noche escucho el mismo ruido infernal, solo que acompañado de un fugitivo como yo mi amigo Jack Black Lovehell, y cada noche nos enfrentamos al embrujo de la oscuridad y su mortal vida nocturna, huyendo del lado oscuro de las noches.


Daniel Morales Cortés.

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